Durante los dos primeros años de vida se
desarrolla el apego en los seres humanos, este apego es la relación emocional
perdurable con una persona específica, la cual produce seguridad, consuelo y
placer. El bebé establece un vínculo afectivo con la persona que se ocupa
de él porque es quien calma sus necesidades básicas y además le da seguridad
emocional.
En las seis primeras semanas el bebé no percibe
en perfección el rostro de su madre, pero reconoce su voz y su olor; la calidez
y ternura es percibida por él, estas interacciones le ayudan a sentirse
querido.El momento de lactancia es la oportunidad que tienen madre y niño para
establecer un apego emocional adecuado, siendo muy importante sostener al bebe,
mirarlo, acariciarlo, hablarle, protegerlo, amarlo.
Investigaciones neurológicas sugieren que el cuidado
cálido y estimulante del niño tiene un profundo impacto sobre su desarrollo,
los niños con apego seguro muestran mayores habilidades sociales, empatía, se
relacionan con mayor facilidad y controlan mejor sus emociones.
Estas interacciones madre-niño o
cuidador-niño influirán también en la conexiones neuronales del bebé que
influyen en el crecimiento, la seguridad emocional, el funcionamiento
intelectual y la coordinación motora, además de desarrollar una función de
protección o “inmunización” del niño contra enfermedades y el estrés.
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